En ocasiones todos hemos podido observar como cuando abrazas a un perro o un gato, en especial uno con el que no estás muy familiarizado, este se pone rígido, separa la cabeza de ti todo lo posible, y se zafa en cuanto puede. ¿Que ha ocurrido? Pues que, en general, NO les gustan los abrazos. Para ellos es una señal de dominancia y un mayor estatus social, además de una invasión de su espacio. Si además de abrazarle, lo haces desde arriba quedando por encima de él, esa sensación se agudiza.
Los abrazos son un forma muy humana de dar y recibir cariño, cercanía y acogimiento. ¿Pero porque nos empeñamos en demostrarles cariño igual que lo haríamos con otra persona? cuando nos comunicamos con ellos, nos tenemos que adaptar a su idioma, y ser respetuosos con lo que les incomoda. No estamos diciendo que no les gusten las muestras de cariño, e incluso que no haya peludos que adoren los abrazos, pero en general, se demuestran amor de otras formas, que no incluyen tanta cercanía física ni invasión de su espacio, y eso, debemos tenerlo en cuenta. Muchos sustos se podrían evitar si entendiéramos mejor su lenguaje…
Si un gato desea recibir caricias, es fácil deducir por donde quiere ser rascado, él se encarga de contorsionarse para que alcances esas zonas fácilmente. Le gusta el contacto, y le gustas tú. Entonces, en un arrebato de pasión lo coges en brazos y te lo acercas al regazo agachando la cabeza y apretando levemente. Y él se va. Fin. Le has hablado en humano… y él es un gato.
Con los perros en general pasa lo mismo: caricias en la cabeza, momentos para el juego, una carrera juntos, un día en el monte y se sentirá el perro mas amado del mundo. Si no le gusta el contacto físico tanto como a ti, respétale. Ahora, si le gusta, y es un perro muy cercano a ti, y los dos estáis completamente tranquilos y relajados, adelante, dale un abrazo, porque aunque no signifique exactamente lo mismo para él que para ti, la calma y el afecto va a fluir entre los dos, y esa es la mejor sensación del mundo!