Ser antitaurino, ni es una moda, ni es ser menos español

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Ser antitaurino, ni es una moda, ni es ser menos español

En una de las ponencias del curso de verano de la Universidad de La Rioja «Derecho animal, ética y sociedad» Juan Ignacio Codina, doctor en historia contemporánea nos habló de sus tesis doctoral: el pensamiento antitaurino español, y de su libro, Pan y toros.

Así dicho, suena espeso, ¡pero fue una de las charlas más interesantes a las que asistimos! ¿A quién no le han hecho sentir que defiendes a los pobres toritos porque está de moda? como si fuera igual que comer quinoa… ¿O que no eres un buen patriota por atacar esa gran seña de identidad nacional como son las corridas de toros? Pues señores y señoras, ¡¡¡nada más lejos de la realidad!!!

Resulta, que para nuestra sorpresa, hay pensamiento antitaurino desde hace 8 siglos!!! Por supuesto, silenciado por los interesados para que parezcan cosas de las locas de los gatos, o los vegetarianos, ridiculizando en muchas ocasiones estos movimientos.

Aunque parezca increíble, los argumentos de hace siglos son absolutamente actuales. Una diversión basada en el sufrimiento de un ser vivo, que exponía la vida de un hombre por dinero, no aportaba nada al progreso de la nación y embrutecía al pueblo. Y para colmo, consumía recursos de la Corona sin aportar ningún bien  ¿Os suenan? Exactamente los mismos que hoy… durante siglos y siglos, y parecen de ayer.

Personajes como Quevedo, Alonso de Herrera, Jovellanos, Larra, Unamuno, Pío Baroja, Antonio Machado, Cernuda, Azorín, Emilia Pardo-Bazán, Ramón y Cajal fueron activos antitaurinos. Va a ser que no somos los únicos que vimos Bamby como dicen los taurinos…

Todos los movimientos aperturistas como el renacimiento, el humanismo cristiano, la Ilustración o la generación del 98 fueron partidarios de abolir la tauromaquia.

Alfonso X el Sabio, allá por el 1200 y pico llamaba a los toreros «infames».

El papa Pío V, allá por el 1500 y pico emitió una bula prohibiendo asistir y participar en las corridas argumentando que iban en contra de las creencias cristianas.

Carlos IV de Borbón, allá por el 1800 y poco, prohibió en todo el reino la muerte de animales en las plazas. Pero por aquí andaban los franceses, y  Bonaparte, para congraciarse con el pueblo llano, levantó la prohibición. Paradojas de la vida, un rey español quiso terminar con las corridas, y uno francés las permitió de nuevo. Eso, para los que creen que ir a una plaza de toros es de buenos españoles. Aunque la pregunta importante es, si es de buenas personas.

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