Desde hace un par de años, estamos notando como el uso de los radiocollares, o collar de impulsos eléctricos se ha extendido. Se compran por internet y se usan sin ningún tipo de prejuicio.
Como su uso está aumentando y hay mucha controversia, decidimos hacer un curso para saber más y ver si nuestro rechazo a estos collares estaba justificado. Fuimos a las instalaciones de Montse de Abccanino en Cenicero y nos dió un taller en el cual explicó que este tipo de collares nunca nunca se deben usar si la persona y el perro no han trabajado previamente educación y adiestramiento, la comunicación entre ellos es fluida y el perro sabe exactamente qué espera su guía de él. Además, nunca se deben comprar en internet, ya que las descargas eléctricas pueden ser brutales, y ocurrir segundos después de apretar el botón del mando a distancia, con lo que sólo conseguirás traumatizar al pobre peludo, que no sabrá de donde viene el dolor ni que hacer para evitarlo. En algunos casos de perros especialmente sensibles, puedes llegar a romperlos psicológicamente para siempre. Además de comprar un buen collar, (que pasa siempre de los 200€), debes dar un taller para aprender a usarlo, y que se convierta en una herramienta, no en un instrumento de tortura. Momentos después nos hizo comprobarlo en nuestras propias carnes, y lo usó con nosotras, sólo así podíamos saber exactamente de que hablábamos. La verdad es que no es doloroso (en un collar de buena calidad, y con intensidad baja-media), pero si bastante desagradable. Entendemos perfectamente que haga tanto hincapié en utilizarlo adecuadamente, y sólo por personas que se han molestado en formarse y estrechar la comunicación con su amigo.
A continuación, nos mostró su uso en dos perros. Uno que ya lleva tiempo usándolo y mucho trabajo previo de adiestramiento y otro con un cachorro de 9 meses que no lo había utilizado nunca pero muy bien educado y trabajan con él desde que era pequeño. La reacción del cachorro fue de desconcierto ante ese nuevo estímulo, pero en ningún momento de stress, dolor ni nada parecido. Nos sorprendió. Como tantas herramientas, depende de las manos en que caigan. Y sólo unas poquitas personas deberían usar este tipo de collares, personas sensibles, trabajadas, con conocimiento de la psicología del perro, y muy buena comunicación con él.
De hecho, ahora mismo está enseñando a un guía y su perro sordo a comunicarse con el radiocollar. Como el peludo no oye, su nombre es la vibración del collar, sin impulso eléctrico. Así, su familia lo puede soltar y cuando quiera que acuda a la llamada o comunicarse con él, acciona el botón de vibración, y el peludo vuelve con ellos. Curioso y bonito ¿verdad?