Como ya sabéis, a partir de la primavera empieza a haber parásitos como pulgas, garrapatas, mosquitos, etc, y todos los que tenemos animales de compañía debemos protegerlos frente a estos. Mayoritariamente elegimos entre dos opciones: pipeta o collar.
Nosotras somos partidarias de las pipetas, ya que tanto el peludo como su familia humana no están en contacto con el producto del que esté impregnado el collar, porque aunque ya no huelan tanto como hace años, hacen su función por el insecticida que tienen, y al acariciarle, podemos impregnarnos nosotros. Esto es especialmente importante si en casa hay niños pequeños. Además, si en verano se bañan o se refrescan en pozas o ríos, el collar pierde efectividad.
Pero hay otra razón más: últimamente hemos escuchado con preocupación cómo varias personas han sufrido un buen susto cuando su mascota ha roto o ingerido algún trozo del collar antiparasitario con síntomas gastrointestinales de diversa importancia, e incluso han necesitado ser ingresados en su clínica veterinaria. Empezamos a investigar y preguntar, y, efectivamente, al ingerirlos puede haber problemas de diversa índole.
De hecho, a un cachorro pequeño puede incluso conducirlo a la muerte.
Por ello, queremos hacer especial hincapié en que siempre que queráis adquirir uno de estos collares lo hagáis siguiendo las recomendaciones del fabricante relativas al límite de edad, precauciones de uso… y siempre los compréis en una clínica veterinaria o un comercio especializado. Nunca en un “todo a 100” o en los denominados “chinos”, ya que pueden contener sustancias químicas que en Europa llevan 30 años prohibidas.
Y si tu perro o gato tiene comportamientos destructivos, rompe o roe cosas, o tienes más de un animal y se lamen el uno al otro, no los utilices, en el mercado hay otros productos igual de efectivos sin los riesgos que conllevan los collares.