Hace poco nos hemos ido a vivir a una casa en el campo. Además de todo el lío generado por la mudanza y el trabajo que conlleva, teníamos duda de cómo nuestros dos gatos se iban a adaptar a la nueva situación. Si les gustaría, se adaptarían o serían conscientes de los «riesgos» por tener un acceso fácil al exterior.
Siempre han sido gatos de piso, y no han experimentado mas libertad que la del balcón.
Las primeras semanas nos acompañó la paranoia. Cierra puertas, que no se escapen por el garaje, ventilar con las oscilo batientes… pero toda su obsesión era salir al exterior. Como en esta situación éramos novatas, llamamos a Noe Caniscat, para que nos asesorara. Enseguida nos quitó todas las tonterías. Lo primero y más importante es que estén esterilizados, evitando sorpresas no deseadas y que se alejen muchísimo de casa para buscar pretendientes.
A partir de ahí, naturalidad. Dejarles salir y confiar en su instinto natural. Son mucho más inteligentes de lo que creemos.
El primer día que salieron el gato volvió en una hora, pero la hembra tardó y tardó y tardó. Se hizo de noche y no regresaba. Empezamos a buscar y a preguntar a los vecinos. Saltamos varias verjas y recorrimos todos los alrededores, pero nada. Nos fuimos a casa pensando qué le podría haber pasado muy preocupados. Y a la horita, allí estaba tan tranquila, maullando en el porche para que le abriéramos la puerta y con un hambre voraz!
Ahora, entran y salen cuando quieren y siempre siempre vuelven a casa a la hora de las comidas y cuando empieza a anochecer. Es un gozada verlos disfrutar de la naturaleza, del aire libre y del sol, y a la vez que sean gatos domésticos, dóciles y cariñosos.