Hace un tiempo, viendo un documental rodado en África, nos sorprendió una hembra de leopardo que cazaba y mataba a un babuino. Al darle la vuelta, descubría asombrada que su pequeña cría estaba abrazada a ella por la tripa y estaba viva. Totalmente desconcertada, abandonaba su botín, cogía cuidadosamente al bebé con la boca y la subía a un árbol para protegerla de los depredadores, mientras la lamía y limpiaba con cara de no saber que hacer con ella. No sabemos en que quedó la historia, pero sí recordamos lo sorprendente que nos pareció que en un animal salvaje y hambriento, primara la protección y la piedad ante un cachorro de otra especie, a su necesidad de alimentarse.
El estereotipo que nos han vendido de los animales en que únicamente se alimentan y reproducen, y que sólo esos dos instintos se encuentren en ellos es falso. No todos, pero muchos son generosos, afectuosos y cuidadosos con los cachorros y los ancianos de otras especies. Exactamente igual que los humanos. Nosotros también podemos ser egoístas y destructivos. Pero muchos también podemos ser maravillosos.
En la guarde estamos habituadas a recibir gente que tiene animales no porque los buscaran, ni porque lo desearan, sino porque lo encontró sólo y asustado y fue incapaz de mirar hacia otro lado. Se apiadó de ellos. Y eso les honra.
La amistad y la solidaridad entre especies existe, y eso es maravilloso.
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